Mumford & Sons, la banda inglesa con sonido más estadounidense, fue el acto rockero más importante de 2012, al menos en cuanto a ventas y difusión. Su estilo folk-bluegrass-alternativo que mucho le debe a los orígenes norteamericanos de su líder - Marcus Mumford - dio vueltas por el mundo entero y los radicados en Londres vienen de participar de los Grammy.
Foto: Cortesía Chad Batka (New York Times) |
Pienso Música estuvo en el primero de los dos conciertos en el Barclays Center de Brooklyn, New York.
A las 22 horas y tras los shows de apertura de Ben Howard y the Felice Brothers, la banda se adueñó del stage y arrancó en alto con "Babel", el tema más enérgico del disco de ese nombre. Tras un breve saludo y como llevados por la prisa de entregar los éxitos, explotó "I Will Wait", ese contagioso tema que sirvió para promocionar el álbum de septiembre de este año. En mis oídos - y ojos - estaba una de las canciones más memorables del pasado año. No pude evitar derramar una que otra lágrima, por la emoción.
Foto: Cortesía Charles Poladian (IBTimes) |
La agrupación sonaba como una aplanadora y el público había estado de pie desde el minuto cero, cuando cayó el telón rojo que mostraba segundos antes las sombras de los integrantes. Las varias voces en "Below My Feet" y el piano de "Hopeless Wonder" - con ese su "Hold me fast, cos I'm helpless wonder" en el coro - se acercaban a las fibras más íntimas y profundas, produciendo emotivos gritos y unas cuantas lágrimas. Esta música, mueve. Sí, señor.
"Timshel" y "Little Lion Man" llegaron representando al primer disco y la segunda de ellas tuvo a 18 mil personas cantando al unísono ese "I've really fucked up this time, didn't I my dear". Aquel tema de 2009 que sirvió como carta de presentación de Mumford, Ben Lovett, Winston Marshall y Ted Dwane, despertó saltos, abrazos y algunos extraños bailes entre el público que seguía el número al pie de la letra.
"Timshel" y "Little Lion Man" llegaron representando al primer disco y la segunda de ellas tuvo a 18 mil personas cantando al unísono ese "I've really fucked up this time, didn't I my dear". Aquel tema de 2009 que sirvió como carta de presentación de Mumford, Ben Lovett, Winston Marshall y Ted Dwane, despertó saltos, abrazos y algunos extraños bailes entre el público que seguía el número al pie de la letra.
Hablando de Mumford, el talento del músico de 26 años no sólo radica en la voz, en la guitarra o en la composición y demostró sus grandes dotes de baterista en "Lover of the Light" - el tema a continuación - y en "Dust Bowl Dance", la canción más fuerte de la noche que además serviría para finalizar la performance antes del encore. Entre medio de esos dos temas, estuvieron "Thistle & Weeds", "Ghosts That We Know" - uno de mis favoritos de Babel - "Holland Road", "Awake My Soul" y "Whispers in the Dark".
Si entre 2010 y 2011 Arcade Fire era el acto a ver en vivo, hoy Mumford & Sons ostenta ese "título" y la impecable puesta en escena no hace otra cosa que sustentar la afirmación. De cuatro a ocho voces, guitarra acústicas y eléctricas, bajo, contrabajo, banjo, mandolina, acordeón, dobro, piano, batería, chelo, violín, viola, trompeta, ukelele, armónica, trombón, fliscorno y percusión son algunos de los instrumentos que intervienen en la música en vivo de esta banda y acompañan ese viaje sonoro que fluye entre el folk, el bluegrass, el rock, el country, el indie y el soul. "Roll Away Your Stone" es una de las muestras que comprenden mejor todo lo mencionado y formó parte de ese set, poco antes del final.
Tras 70 minutos de show, la agrupación se tomó un breve respiro, para aparecer de manera sorpresiva en un pequeño escenario de dos por dos al final del sector del campo que soportó a los cuatro miembros permanentes, que con sólo una guitarra comenzaron a entregar una sentida versión de "Reminder". El público, que no salía del asombro, poco a poco se fue callando para permitirse disfrutar de la íntima experiencia que exigía mucho silencio debido a que el sonido salía de un pequeño equipo situado en esa reducida tarima. Al finalizar, las cuatro voces se unieron para hacer "Sister" en un perfecto a cappella que arrancó aplausos y - en mi caso - la necesidad de contar con esa canción que no forma parte de ninguno de los discos de estos ingleses.
Ya de nuevo "electrificados" y con todos sus instrumentos en mano, Mumford & Sons dieron un doble golpe de gracia con "Lover's Eyes" y la celebrada "The Cave" que acabó en lo más alto el memorable concierto de algo más de hora y media. Sin dudarlo, puedo afirmar que esta fue una de las mejores experiencias que disfruté en vivo...
Por:
Pato Peters
Genial pato!!
ResponderEliminarYo los vi como parte del festival bbk 2012 al q habia ido por radiohead. Ignorante d mi, no sabia q exiatían y menos que tocarían alli. Comenzarón a tocar y me di cuenta q estaba en uno d los mejores sitios del mundo en ese momento. Lo máximo! Increible y poderoso. Tomando la variable sorpresa y todo todo, fueron posiblemente lo mejor del festival para mi.
Maite